Adicción comportamental en Mujeres: explicación del fenómeno del consumo

Tomando como referencia el modelo multifactorial de Sánchez Bello (1994), podemos
comprender que la explicación del fenómeno de una adicción comportamental responde a tres factores
que son: los factores predisponentes, los factores determinantes y los factores desencadenantes (Teruel &
Bello, 2013). En este sentido, los factores predisponentes están relacionados con las características
individuales, como son: la personalidad, la genética y la educación, así como también factores
ambientales, como la cultura y el contexto socioeconómico en el que se desenvuelve la persona. En el
caso de las mujeres víctimas de situaciones traumáticas, estos factores predisponentes están relacionados
con la falta de habilidades y la incapacidad de desarrollar un carácter resiliente. La resiliencia es un factor
protector que permite desempeñar una conducta adaptativa en el afrontamiento de situaciones adversas
(Goldner, 2013).


Por otro lado, los factores determinantes están relacionados con las consecuencias del juego
patológico, como el aumento de la dopamina en el cerebro, la reducción del malestar emocional y el
refuerzo positivo ante la conducta adictiva. En este caso, el juego se convierte en una solución paliativa
para la ansiedad, el estrés o la tristeza, lo que fomenta la activación del sistema de recompensa y posibilita
la continuación de la conducta adictiva. Finalmente, los factores desencadenantes están relacionados con
los eventos o situaciones que pueden precipitar el inicio o la recaída en la conducta adictiva, como el
estrés, la ansiedad, la soledad o el aburrimiento, provocado por situaciones traumáticas de alto impacto
emocional.


Según De Corral et al., (2005): el riesgo de iniciación a una adicción de juego en mujeres aumenta
cuando tienen antecedentes de divorcio temprano, han sufrido sucesos traumáticos o han experimentado
pérdidas significativas. Por lo que, la falta de habilidades para la confrontación del malestar producido
por las situaciones vividas, predisponen o desencadenan el inicio al juego como un medio para la
reducción de la ansiedad y malestar psicológico.

La intervención preventiva en mujeres con problemas de juego puede incluir diferentes estrategias,
como la educación y la sensibilización sobre los efectos negativos del juego, la identificación temprana
de los problemas de juego y el desarrollo de habilidades y recursos para reducir los riesgos asociados al
juego.

Algunas de las intervenciones específicas que se pueden implementar son:


Terapia cognitivo-conductual: esta terapia se enfoca en la identificación y el cambio de los
patrones de pensamiento y comportamiento que contribuyen al problema de juego. A través de la
terapia cognitivo-conductual, se pueden desarrollar estrategias para manejar los impulsos de juego
y fomentar el desarrollo de habilidades para la toma de decisiones saludables.


Terapia grupal: las terapias en grupo pueden ser una forma efectiva de proporcionar apoyo
emocional y social a las mujeres con problemas de juego. Estas terapias pueden proporcionar un
ambiente seguro para que las mujeres compartan sus experiencias y aprendan de las experiencias de
otras personas.


Terapia familiar: en los casos en que los problemas de juego están afectando al núcleo familiar.