Influencia del estilo educativo en el desarrollo conductual

El recuerdo de la infancia y sus experiencias de vida marcan el desarrollo personal de cada uno de los seres humanos. La socialización primaria es el proceso que se inicia en la niñez del individuo y que los aprendizajes inconscientes adquiridos en esta etapa perduran y afectan a lo largo del ciclo vital de desarrollo. En esta etapa las figuras de cuidado principal y el entorno familiar tienen una alta influencia en la conformación de; creencias e ideas del mundo de forma inconsciente, en la mente del individuo. La relación emocional, las conductas y los roles se convierten en un espejo para el individuo acerca de sí mismo, creando una identidad individual basada en la repetición o simulación de lo observado en su entorno a través de un aprendizaje vicario.

«Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad» (Karl Menninger. 1893 -1990)

La inocencia de un bebe abre al mundo una infinidad de posibilidades acerca de cómo será su futuro como adulto independiente. La educación parental es un elemento determinante en la construcción de la sociedad del mañana, ya que de ella depende; la estabilidad emocional, la felicidad, la independencia y la capacidad de vivir de forma gregaria en sociedad. Rodríguez (1999) afirma: “Los hogares, los espacios privados, y las relaciones íntimas, familiares, facilitan comportamientos que sólo aquí pueden fructificar provechosamente, o malograrse trágicamente. En realidad, estos espacios o relaciones son los semilleros de la estimativa humana” (p.86)

El estilo educativo de los padres adquirido con sus hijos repercute y genera consecuencias más allá de la etapa infantil. Según la investigación de Lamborn, Mounts, Steinberg y Dournbusch (1991); los primeros años de vida son condicionantes acerca de la conformación de la personalidad y desarrollo psicosocial del individuo. Otros autores como; Virganó La Rosa, coincidía acerca de cómo la influencia de la actitud autoritaria de los progenitores en el desarrollo afectaría a las características de personalidad de los hijos. (Girardi, 2006)

La agresividad, la falta de autoestima o la baja independencia son algunas de las consecuencias producidas por un estilo de educación en el que existe una carencia de un equilibrio entre control y reciprocidad. Las variables paternas básicas; control, comunicación e implicación afectiva son los precursores del desarrollo de un posible desarrollo eficaz o no. Entre los cuatro estilos educativos se encuentran; el estilo democrático, el estilo autoritario, el estilo permisivo y el estilo indiferente.


En el presente caso se realizará un diagnóstico y estudio del caso aportado en el que se presentan conductas representativas de un posible estilo educativo autoritario, recibido a lo largo de la infancia del individuo. Tras lo expuesto previamente analizaremos las consecuencias o repercusiones de este estilo educativo en la etapa adulta, así como dichas conductas afectan o se ven reflejadas en la relación psicosocial del individuo; consigo mismo, sus iguales y sus superiores.

Estilo educativo autoritario en la infancia

La educación parental se encuentra delimitada entre el soporte afectivo y el control, sabiendo poner límites sobre las acciones del individuo haciéndole aprender a vivir en concordancia con las normas y obligaciones sociales del entorno. En los distintos estilos educativos existe una falta o exceso de uno de estos dos elementos descritos. Sin embargo, el equilibrio entre ambos se encuentra enmarcado en el estilo educativo democrático que es el aporta pautas comportamentales afectuosas, pero a su vez orden y control mediante un sistema de razonamiento donde no se impone, sino se involucra al individuo en el aprendizaje de las normas y/o obligaciones.  

Las conductas parentales hacia la educación del individuo tienen un precedente personal en el que se involucra la experiencia propia del padre o madre en cuanto a los modelos educacionales recibidos en su infancia. Es por ello por lo que la replicabilidad de un mismo estilo tiene una alta influencia en las conductas adscritas en el campo de la educación. Otro aspecto que influye en la toma de decisión de la utilización de un estilo educativo u otro es la relación entre los padres y el niño. ¿Son los niños un reflejo de los padres o los padres un reflejo de los niños?

Ciertas conductas en el marco educativo son respuestas por parte de los padres a los impulsos recibidos por parte del niño. La capacidad individual de los padres para responder a dichas necesidades influye determinadamente en la salud psicológica de los progenitores. Entre las habilidades necesarias a las que un padre debe de dar respuesta mediante su conducta según (Coloma, 1993) se encuentran; el control firme, el cuidado y la empatía, calor afectivo, disponibilidad, comunicación paterno filial bidireccional abierta, entre otros.

La ausencia de la capacidad de respuesta efectiva por parte de los padres genera un vacío en las necesidades del niño. La memoria histórica familiar conductual viene arrastrada por la experiencia de los padres con sus padres, consolidándose una creencia firme acerca de “como se deberían de hacer las cosas o como se debería de educar a los hijos”. La base de un estilo autoritario se conforma por el control y la sumisión, imposibilitando el crecimiento independiente del individuo en sociedad. Generando la necesidad de dependencia y orientación por una figura de autoridad a la que seguir y/o obedecer.

 El estilo autoritario tiene una similitud con la teoría de reforzamiento de B.F Skinner de la teoría del condicionamiento operante en el uso de reforzadores negativos. El castigo, las represalias o el miedo son herramientas de condicionamiento utilizadas por parte de los padres hacia los niños. El castigo es la base que estimula y genera el modelo autoritario, que en ocasiones puede llegar a un castigo físico. El sistema de; “orden y mando”, es relacionado con el entorno militar donde se imponen estructuras jerárquicas verticales y se castiga la individualidad o la proactividad fuera del marco común de reglas establecidas.

Los padres autoritarios trasladan un sistema rígido e inflexible de educación a sus hijos con el objetivo de establecer un control absoluto del individuo. Los padres autoritarios intentan controlar las conductas y actitudes de los hijos con un conjunto de normas; valoran la obediencia, el respeto a la autoridad y la preservación del orden; carecen de sensibilidad hacia sus hijos, a los que demandan una alta madurez debido a que son intolerantes ante comportamientos inapropiados. (Mayseless et al.,2003; citado por García-Méndez, 2004).

Sin embargo, en el marco de educación autoritario el reforzamiento negativo no solo proviene del cumplimiento de las normas y sino del cumplimiento de las expectativas puestas por los padres en sus hijos. Adquirir o conseguir dichas expectativas no siempre se encuentra bajo el control del niño, lo que generara frustración y sentimiento de inferioridad. El castigo autoritario se encuentra asociado a un rechazo emocional, lo que hace que la distancia física y emocional entre padres e hijo sea más pronunciada. El niño tendera a reproducir sistemas de actuación de conductas sumisas, altos cargos de conciencia en cuanto a la culpa y la desvaloración por sí mismo. Estas estrategias aprendidas buscan el objetivo de encontrar la aceptación y afecto de sus padres.

El cuestionamiento o razonamiento se reprime como una falta de reconocimiento a la autoridad al “dudar” acerca de lo que se esta imponiendo. La educación autoritaria disminuye el acercamiento racional y respetuoso entre padres e hijos, viéndose la relación supeditada al miedo de la represalia. El control restringe la autonomía imposibilitando en el individuo la creación de estrategias mentales que le permitan desenvolverse de forma sana en sociedad de forma individual. Los desencadenantes de una falta de autonomía se encuentran presentes en; la autoestima, la toma de decisiones, la proactividad e incluso en el desarrollo afectivo en pareja en la vida adulta.

¿Existe un estilo educativo idóneo?

Los “ingredientes” en la educación de un hijo serán esenciales que sean de la mejor calidad posible con una importante puntualización en los ingredientes de; el afecto, la compresión e involucración mutua. El equilibrio entre el control y la libertad, serán condicionantes para un desarrollo sano y feliz. Un correcto estilo educativo es aquel capaz de aportar la seguridad, amor y orientación. La ausencia de una de estas tres variables se extrapolará a deficiencias conductuales en la etapa adulta. Cada uno de los cuatro sistemas educativos presentan rasgos parentales y su respuesta en una etapa adulta. Desde el estilo democrático que promueve conductas de; afecto, sensibilidad, proactividad hacia las explicaciones, disciplina inductiva hasta el estilo negligente que promueve conductas de; indiferencia, pasividad, permisividad, escaso uso de castigos etc. Cada uno de ellos genera efectos colaterales visibles en la conducta adulta. El estilo democrático es el más idóneo gracias a la orientación impulsada por los padres donde predomina el razonamiento y la negociación, utilizando un estilo de liderazgo racional y emocional dando lugar a una “reciprocidad jerárquica”, como indica (Susana Torio, 2008) en su estudio: “Estilos educativos parentales”.